La exposición solar tiene efectos beneficiosos para la salud. El sol ayuda a sintetizar mejor la vitamina D y hace que mejoren ciertos trastornos cutáneos como el acné y la psoriasis. El verano también es sinónimo de relax. Y esto significa que, en muchas ocasiones, dejamos de lado nuestras rutinas de belleza diarias más básicas como exfoliar, desincrustar o hidratar en profundidad. Todo ello unido a una exposición solar, no responsable al 100%, provoca daños y necesitas reparar la piel dañada.
¿QUÉ VEMOS EN EL ESPEJO DESPUÉS DEL VERANO?
MANCHAS SOLARES
Después del verano suelen sorprendernos manchas oscuras de tono marrón y aspecto plano e irregular. Se trata de los léntigos solares. Muy comunes en zonas como las mejillas, frente y bigote. Y es que son las áreas del rostro que reciben mayor impacto solar.
La solución para tratar las manchas en profundidad después del verano siempre es aplicar un tratamiento aclarador antimanchas de alta protección. Idealmente, debes elegir aquel capaz de inhibir el proceso total de la melanogénesis para una despigmentación progresiva de la piel.
ACNÉ SOLAR
Sabemos que el clima también afecta al acné. Y es que, la combinación de calor, humedad y alta intensidad solar puede generar brotes.
El sol es un falso amigo del acné, ya que a priori notamos la piel menos grasa y la cantidad de pústulas y granos son reducidos por su efecto desecante.
Además, tanto la luz UVB como UVA son capaces de causar hiperplasia de la glándula sebácea, engrosamiento del estrato córneo, alteraciones en la flora cutánea y un incremento de secreción sebácea y comedones.
Un cúmulo de factores que acaban agravando el cuadro de acné pasada la época estival. Es importante proteger la piel con un producto específico para esta condición ya que ciertos filtros solares, taponan los poros y aumentan tanto el acné como la rosácea.
Si buscas reparar la piel dañada después del verano y afinar el poro, te aconsejamos: comenzar con una excelente crema desincrustante. Así eliminas células muertas y suavizas impurezas.
ARRUGAS DE FOTOENVEJECIMIENTO
¿Sabías que el 80% de los signos del envejecimiento son debidos al sol? Está claro que mantenerse joven pasa por mejorar nuestra relación con la luz del sol. Y es que la radiación UVA, responsable del photoaging, tiene lugar todo el año, incluso en días nublados.
La consecuencia de los rayos UVA en nuestra piel son cambios en la disposición de fibras de colágeno y elastina. Imprescindibles ambas para aportar firmeza y elasticidad a la piel. De otro modo, esta se descuelga y las arrugas ganan profundidad y un protagonismo no deseado. Sin duda, protegerte del fotoenvejecimiento es clave para devolver la belleza al rostro. Lo ideal para tu piel es optar por un tratamiento de belleza reforzado con fotoprotección solar.
DESHIDRATACIÓN
Una piel deshidratada no tiene nada que ver con una piel seca. El sol provoca la deshidratación de la piel, esta se ve alterada por la exposición de los rayos UV. El estrés facial brota y la sensación de disconfort es un hecho. Además, el aspecto apagado y tirante se suma a las facciones del rostro.
Reestablecer los niveles de agua en epidermis es una acción más que aconsejada para la belleza de tu rostro. Por eso, los tratamientos cosméticos de alta gama con ácido hialurónico son grandes aliados. Las moléculas de ácido hialurónico son capaces de retener hasta 1.000 veces su peso en agua. Sin duda es la reserva de agua ideal para recuperar tu piel después del verano.
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